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27.09.2019 00:10

En la vida se presentan situaciones que nos gustan más y otras que nos gustan menos. En ocasiones vamos por un camino que sigue recto, con más o menos curvas, con más o menos velocidad, pero recto. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, ese camino tiene muchas bifurcaciones, las cuales simplemente son elecciones.

 Todo en esta vida se trata de elegir; a veces son decisiones tontas, cortarme el pelo o no, hacer un viaje a un sitio o a otro, ver una película o una serie… pero otras veces las decisiones son más difíciles, elegir qué estudiar, de qué trabajar, dónde vivir. Seguramente la respuesta o elección a cada una de esas preguntas depende del punto en el que nos encontremos de nuestra vida. En muchos casos, nunca tomarás una misma decisión dos veces porque nunca estarás en el mismo momento dos veces. Cuando eres más joven te apetece vivir con amigos, salir de fiesta, trabajar en lo que sea para conseguir dinero… pero conforme va pasando el tiempo las preferencias cambian y puedes valorar cosas que antes no eran importantes, y es ese cambio de pensamiento el que te hace elegir otro camino diferente.

 Al final, cada día es una elección, la decisión de seguir con lo mismo o de cambiar a otra cosa, de seguir estando en un sitio o de moverte a otro. Considero que hay decisiones muy importantes que llegan en un momento muy temprano cuando aún no estamos preparados para tomarlas. Supongo que es la propia sociedad la que termina imponiendo que debas madurar antes de lo previsto. Al final te ves arrastrado a través de un camino que tú mismo no estás trazando y es normal sentirse atrapado a veces, como si no fueras tú el que dirige su propia vida. También considero que hay momentos en los que una cosa va a pesar más que otra y en los que por mucho que quieras algo no todo va a valer para conseguirlo. Con el tiempo, te darás cuenta de que en el fondo siempre sabes cuál es tu camino, cuál es tu casa, cuál es tu sitio, lo único que necesitas es dejarte guiar por ti mismo.

 

10.01.2019 19:58

Cuando estamos en el instituo, en la universidad, en el trabajo, solemos fantasear con el día en el que llegarán las próximas vacaciones. En noviembre pensamos en Navidad, en febrero en Semana Santa y en mayo ya estamos esperando con ganas el verano. Sin embargo, cuando llegan esos días tan ansiados todo pasa excesivamente rápido. Dormimos más de lo normal (o no), vemos a nuestra familia y amigos más a menudo, quedamos a tomar café, salimos de fiesta... me atrevería a decir que durante esos días al año pueden hasta olvidársenos todas nuestras obligaciones académicas y laborales. Y todo es jiji, y jaja y en general, maravilloso. Pero, ¿qué viene después? Exacto, la vuelta a la rutina. 

Después de las vacaciones todo lo que se escuchan siempre son quejas y más quejas. Poco se habla de lo bien que te lo has pasado durante esos seguramente escasos días de desconexión. La cosa es que después de tantos días sin pensar en las cosas que nos atormentan un poquito a diario es difícil volver a reconectar. Y nos sentimos un poquito tristes y un poquito solos. Pero no pasa nada, porque la rutina nunca es tan mala. Lo bueno de las vacaciones es que sabemos que son eso, VACACIONES, días sueltos en los que cambias tu rutina de vida por algo más dinámico. Pero sabes que llegarán a su fin y por eso son tan valoradas. Si todos los días del año fueran vacaciones nos cansaríamos, nos aburriríamos, nuestra rutina sería esa, vivir sin tener nada que hacer o nada en lo que pensar. OJO! Este problema es inexistente si eres rico, si eres rico todos tus días pueden ser vacaciones y aprovecharlos de verdad, pero bueno creo que no es el caso de la mayoría.

Total, que aunque parezca duro no está mal retomar lo que dejamos atrás antes de las vacaciones de Navidad. Quizás estemos lejos de nuestra casa, de nuestros amigos, quizás no tengamos horas al día para hablar todo lo que quisiéramos, pero hay otras cosas, ilusiones, sueños, trabajo y personas que han estado esperando durante las vacaciones para volverse a reencontrar. Y por supuesto también están las personas que estuvieron durante y después, las que hacen que tu vuelta a la "normalidad" sea más fácil de llevar, las que te hacen ver que hay vida después de las vacaciones.

19.12.2018 00:20

Es duro hacerse mayor, tener responsabilidades. Sí, mayores derechos, acompañados de mayores libertades y, sobre todo, el doble de deberes. Siempre nos han dicho que si trabajas de lo que te gusta creerás que no has trabajado ni un solo día de tu vida. Pues ánimo, creo que a nadie le gusta tanto.

Hay días buenos, días regulares, días malos y días MUY MALOS. Sin embargo, si a cualquiera de nosotros nos preguntaran los peores momentos de nuestra vida, seguramente ninguno estaría relacionado con un mal día en el trabajo. La respuesta es sencilla, es algo pasajero, es algo que tiene la importancia justa que tú le des. El trabajo nunca deja de ser trabajo, o al menos nunca debería dejar de ser solo eso. Los trabajos vienen y van, los jefes cambian, los problemas se solucionan o dejan de ser tus problemas en el mismo momento que sales por esa puerta. Dentro de un año ni si quiera recordarás qué te rondaba la cabeza tal día como hoy.

Los días malos son fáciles de reconocer y, por desgracia, muchas veces son demasiado abundantes. Hoy, pensando, he caído en la cuenta de algo bastante obvio. Las personas que más quieres y que más te importan serán las que sean, familia, amigos, pareja… pero, al final del día, las personas con las que más tiempo pasas serán tus compañeros de trabajo. Da igual si tienen tu edad, si tienen tus gustos musicales, si son de allí o de allá. Da igual, porque durante el tiempo que sea, semanas, meses o años, son las personas a las que ves 8 horas (o quizás 11), 5 días a la semana. Y está claro que el trabajo es un ambiente serio, o eso dicen en la teoría. Pero hay días, momentos, en los que te das cuenta de que tus compañeros son, al igual que los amigos, una familia que no se elige pero que siempre está ahí. Y llegarán días de risas, de pavo subido y de bromas. Y menos mal, porque cualquier día de esos vale por 100 días nefastos.

Hay épocas complicadas y es justamente ahí cuando hay que saber quiénes son las personas que te rodean, 24/7 o 24/5. Gracias, por las buenas y por las malas.

10.12.2018 00:29

Si quisiéramos explicar por primera vez a alguien qué es la Navidad sería bastante complicado. Quizás porque empezó teniendo un significado meramente religioso y ha ido evolucionando muchísimo desde entonces. Cuentan que es puro marketing, que cada vez más es una época de consumismo, inventada y promocionada por supermercados y tiendas, pero eso no es del todo verdad. 

Se supone que el espíritu de la Navidad es intentar ser un poquito más feliz, decorar las cosas por fuera para poder sentirnos más bonitos por dentro. Regalar para demostrar que hemos dedicado un poquito de nuestro tiempo a esa persona al elegir un detalle, porque al final, tu tiempo es lo más bonito que puedes darle a alguien. La Navidad es estar con tu familia más tiempo del que sueles estar, es ver a tus amigos y retroceder a otros tiempos en los que os veíais más. Es sacar las mejores galas y pasearlas, que se note que son días de celebración. Es saltarse la dieta, sin proponerte retomarla después del fin de semana, todos sabemos que hasta año nuevo nada, hay demasiadas comidas que celebrar. La Navidad significa reunión, con los compañeros, con los jefes, con los primos, con los amigos.
Y aún siendo todo eso hay gente que dirá que odia la Navidad. Se me ocurren dos razones, o bien porque es una época de echar de menos, mucho y muy fuerte, por los que estuvieron y ya no están. O bien porque odian que el resto de la gente se sienta más feliz de lo normal. A los primeros los entiendo, y solo les puedo decir que al final se supera, las penas son menos penas en Navidad. A los segundos solo se les puede desear que alguien los obligue a tocar la pandereta y a cantar villancicos, seguro que después de 3 copitas de aguardiente ya no se quejan más.


Pues eso, si alguna vez tenéis que explicar qué es la Navidad, podéis decir que sí, que es el nacimiento, el nacimiento de algo grande y bonito entre las personas que hace que durante unos días al año la gente se ilusione más y se defraude un poquito menos.

Y aunque aún queden un par de semanas, mejor pronto que tarde, feliz Navidad.

 
18.11.2018 13:11

Qué importante es el tiempo. Es algo tan obvio que se nos olvida a veces. Cuántas veces habremos oído eso de: "el tiempo es lo más valioso que tenemos" o "el tiempo nunca vuelve". Se supone que tenemos que tener interiorizado cuán preciado es, pero si nos paramos a pensarlo creo que la mayoría no lo tenemos en cuenta. Nos encanta mirar fotos, recordar momentos, pensar en aquellas anécdotas que nos sacaron una carcajada; echamos de menos justamente esos tiempos. Sin embargo, si nos preguntáramos en qué invertimos nuestro tiempo en el día a día nos daremos cuenta de que no estamos creando ni fotos nuevas, ni anécdotas graciosas ni recuerdos interesantes. Solemos cambiar nuestro tiempo por dinero, sin saber que el tiempo vale mucho más que eso.

Supongo que si hubiésemos tenido tiempo habríamos hecho muchas más cosas, habríamos visto a la gente que nos importa más a menudo, habríamos viajado más, habríamos llevado una vida más saludable, habríamos conocido a nuevos amigos y no habríamos perdido otros viejos. Hay tantas cosas que podrían haber sido, sin embargo, hay tantas cosas que aún pueden ser.

Hay que plantarse, no solo tenemos que dedicarle tiempo a los demás, tenemos que dedicarnos tiempo a nosotros mismos. A ordenar ideas, historias y pensamientos. A estar solos, a disfrutar de las cosas que nos gustan, a estar en silencio. Seguramente todos nos hemos aburrido cuando éramos pequeños y ahora hasta lo echamos de menos. El tiempo es tan efímero, dicen que nunca volverás a ser tan joven como lo eres ahora mismo y justamente eso es lo que tenemos que pensar.

Tenemos que vender nuestro tiempo, no nos queda más remedio, pero tenemos que aprender a saber cuánto puedes vender y cuánto necesitas al final del día. Está claro que el tiempo perdido ya no lo podemos recuperar, pero estamos a tiempo de decidir cómo invertimos el que aún nos queda.

    

23.08.2018 17:58

Hoy he leído la típica frase de "Cometemos el error de intentar sacarnos de la cabeza aquello que no sale del corazón" y he pensado que lleva razón, a su modo. 

Parece que nos molesta pensar en situaciones o en personas, que nos empeñamos en que el pasado debe borrarse, enmascararse y olvidarse. Que no debes pensar en nadie que ya no está en tu vida porque eso es dejar de ir hacia delante y mirar atrás. Pues tenemos que empezar a pensar que hay cosas que son inevitables y que no dependen ni de ti mismo ni de nadie. A las personas no se les olvida, simplemente se aprende a vivir más o menos lejos de ellas. Parece un tópico, y lo es, pero a veces es difícil interiorizarlo. Todos hemos perdido alguna vez (o más de una) a personas que queríamos, ya sea por nuestras decisiones, por cosas ajenas a nosotros o lo peor, por cosas de la vida. En cualquiera de los casos puede que el contacto sea totalmente inexistente, y aun así, podemos seguir pensando en esas personas día tras día. Aunque llevemos meses o años sin hablar con ellas, aunque no sepamos si realmente están en algún sitio, aunque creo que a todos nos gusta pensar que sí, que de alguna manera los lazos que fueron tan fuertes siempre unen, aunque no se vean. Puede que ese simple pensamiento de pensar en alguien, el no poder controlarlo, el saber que no puedes evitar que aparezca, te agobie. A todos nos agobia no poder controlar nuestra mente, pero la verdad es que es ella la que nos controla a nosotros. Seguramente pienses que serías un poco más feliz si tu mente no se dedicase a recordarte día tras día a personas que ya no están, pero quizás estamos equivocados. Lo que tu subconsciente te recuerda es lo que en el fondo tú quieres recordar, a lo que tenemos que aprender seguramente es a pensar en los momentos felices con esas personas y no en los vacíos que dejaron al irse, porque hay que tenerlo claro, las personas a las que recuerdas te hicieron más feliz que triste, sino no estarían tan guardadas dentro de ti. Así que bueno, aceptemos que estamos hechos de pedacitos de personas y de trocitos de momentos y dejemos de pelear por romperlos, por rompernos.


A mis 3 personas. Nunca dejaréis de estar ahí.

 

31.07.2018 11:56

Últimamente han vuelto muchas cosas del pasado, quizás demasiadas. Lo bueno de recordar cosas que hace tiempo que pasaron es que sueles acordarte solo de las partes buenas, de la felicidad de aquellos momentos o con aquellas personas.

Pensando en el paso de los años te das cuenta de que no puedes tenerlo todo en esta vida, por mucho que lo intentes, por muchas ganas que le pongas. Aprendemos a vivir sin algunas cosas y sin algunas personas, pero no las olvidamos. Simplemente permanecen ahí, latentes, y tú, sin saberlo, solo necesitas un pequeño desencadenante para recordarlas.

El otro día estaba pensando en lo feliz que fui en aquellos días, con esa despreocupación, con esa energía. Y de pronto, sufrí una bofetada de realidad al ver que la culpable de mi propia angustia soy yo. Porque siempre he pensado que la vida quizás no se portó del todo bien conmigo, que me hicieron daño y que yo jamás hice nada. Qué equivocada estaba. 

Es duro cuanto te das cuenta de que has sido una mala persona, que no has querido a quien te ha querido, que has herido a quien le importabas, que te diste media vuelta y jamás miraste para ver a aquellos que dejabas atrás. Y qué irónico, alejar a personas por amor propio, incluso cuando esas personas te quieren más que tú mismo.

Me da ansiedad pensar que soy así, que lo he hecho tan mal con algunas personas como para que ni si quiera hayan querido quedarse en mi vida. Cada uno tiene lo que se merece ¿no? Pues hoy por fin me doy cuenta de que todo lo que tengo me lo he ganado a pulso.

 

20.07.2018 00:11

Un día, después de pasar mucho tiempo atrapada en un agujero, decidí que yo era la única persona capaz de cambiar mi situación, yo era, a la vez, mi salvavidas y mi enemiga. Creo que me ha llevado años entenderme y eso que nunca he dejado de intentarlo. Muchas veces nos empeñamos en conocer a gente y no nos damos cuenta de que lo primero es conocerse a uno mismo, si ni tú sabes lo que quieres, si ni tú comprendes por qué te sientes triste o por qué te sientes feliz, es imposible que puedas conocer a otra persona.

Yo, tras 24 años y unos meses muy desastrosos me he conocido un poco mejor, he aprendido a contestar mis propias preguntas y me he dado cuenta de que yo soy la persona que más daño me hace. Es difícil enfrentarte a tus miedos cuando ni si quiera los tienes localizados, cuando no entiendes tus propios problemas. Siempre he sido un poco insegura, siempre he pensado que no era suficiente, que podía un poquito más y entonces, otro poquito más y otro y otro y quizás llega un punto en el que ya no podía un poquito más. Ponerse metas es importante, pero lo es aún más saber hasta dónde podemos llegar, cuándo es suficiente y cuándo podemos intentarlo una vez más. El miedo, ese miedo a fracasar que a veces nos come desde dentro, el miedo a no ser suficiente, a no dar lo que esperan de ti, a no comportarte como otros quieren, a no ser capaz.

Siempre he tenido miedo de algo, miedo de no elegir bien, de no tomar la decisión correcta, de que me juzguen, de perder a alguien, de tener enfrentamientos… Todos tenemos nuestros miedos, pero no podemos dejar que se apoderen de nosotros. La verdad es que desde pequeña siempre he sido muy independiente, muy impulsiva y muy nerviosa y así me fue, tomando decisiones con 17 años como si supiera algo de la vida. Pero no tiene más, no podemos estar siempre dándole vueltas a si nos arrepentimos de las elecciones que hemos tomado o no, en ese momento era lo que queríamos y eso tiene que ser suficiente. El problema del miedo es que te paraliza, no te deja pensar más allá de aquello que te perturba, sin embargo, el miedo nos mantiene alerta y hay que utilizar eso a nuestro favor.

Creo que todos los inconvenientes que pueden surgirnos pueden solucionarse siendo valientes, echándole valor, hablando las cosas y explicando por qué no estamos conformes con ellas, sin callarnos, sin guardarnos dentro lo que pensamos, siendo libres de decir lo que tenemos que decir. El problema no es el miedo, es la gestión que cada uno hacemos de él, cómo respondemos, cómo lo mitigamos y cómo lo manejamos. Así que bueno, si alguna vez sientes que el miedo se apodera de ti localiza su raíz y sácalo, no le dejes comerte por dentro.

www.youtube.com/watch?v=2XGmZBacTDo

 

08.07.2018 21:23

Muchas veces se nos acusa de opinar sin saber y se critica lo mismo que se hace. Es verdad que en muchas ocasiones tendemos a juzgar a alguien sin conocerlo, cuántas veces habremos tenido un pensamiento fugaz sobre una persona que vemos pasar o que nos cruzamos por la calle. Son cosas prácticamente imposibles de controlar. Sin embargo, cuando conoces a una persona, o cuando crees conocerla, sueles reconstruir historias. Que muchas veces no hace falta que nuestra mejor amiga nos cuente todos los puntos de un problema, que sabemos atar hilos, que sabemos reconstruir todos sus pensamientos, aunque no nos cuente cómo se sintió en cada punto del proceso.

Hace mucho tiempo que te conocí, mejor o peor, no lo sé y puede que nunca lo sepa, de lo que sí tengo certeza es de que los sentimientos siempre eran reales. En esta vida, por muchas máscaras que uno intente ponerse hay cosas que no se pueden esconder, en este caso para bien. Es verdad que no tengo ni idea de las situaciones, que no sé qué puede ir mejor o peor, por lo tanto, solo puedo opinar de lo que veo o siento. De lo que sentí al ser eliminada, sin razón aparente, o al menos sin conocerla, al ser ignorada, eso imagino por qué, aunque sinceramente no lo esperaba. En fin, lo importante es no juzgar a nadie, cada cual tiene sus problemas y sus historias, sus opiniones y sus sensaciones.

En mi cabeza te imaginaba feliz, muy feliz, y espero que lo estés, ahora o dentro de un mes. Hay veces en la vida en las que tienes que aceptar que una persona no es tu amiga, que no vas a acudir a ella (parece que eso en mi caso siempre ha costado más) y que no va a acudir a ti. Es difícil asimilar que una persona que te conoce tan bien y que podría calarte en un segundo no te va a apoyar, pero de todo se sale. Entiendo que no me necesites, es normal teniendo en cuenta que “nunca he estado”, pero, aunque quisiese ignorar lo obvio, no podría y eso que lo he intentado. Solo puedo decir, sin conocer y sin juzgar, que la parte buena de que lo bueno no dure para siempre, es que eso significa que lo malo tampoco, así que sea lo que sea mejorará. Los domingos no son los mejores días para animarse, tampoco para ayudar a nadie, los domingos solo servían para echarte de menos y conocerte un poquito más. Hoy, quiero añadir una salvedad, si puedo recordar algo de esos domingos te diré que eso que sientes no es soledad y que buenas noches, que eso nunca viene mal.

07.07.2018 13:17

Cuando somos pequeños tendemos a pensar que tenemos muchos problemas, que que no te elijan para formar equipo es un drama y que no te inviten a un cumpleaños el mayor fracaso social. Conforme crecemos nos damos cuenta de que las cosas que nos agobiaban no eran para tanto y pensamos que ahora sí que tenemos problemas, aunque lo cierto es que, si lo miramos con perspectiva, lo más posible es que dentro de un año no nos acordemos de lo que nos atormentaba a día de hoy.

Sí que es verdad que hace 10 años podrían pasar meses sin que pasase algo realmente relevante en nuestras vidas, las experiencias eran muchas menos. Ahora, tenemos que aceptar que nos hemos convertido en adultos y eso conlleva demasiadas responsabilidades y, a su vez, demasiadas adversidades. Es más complicado mantener relaciones, la gente está más ocupada y cuando pasas un año sin hablar con alguien ya no es como antes. Es imposible que lo sea. Si elegimos caminos distintos, que lo haremos, no nos queda más remedio que aceptar sus consecuencias. Si eliminamos a gente de nuestras vidas, al menos no lo hagamos a medias, que duele mucho más. Mejor borrón y cuenta nueva.

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