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26.01.2014 23:05

Esta vida está llena de cambios, de modificaciones en la ruta a seguir, de desajustes; está llena de decisiones a tomar, de caminos a elegir. 

El caso es que solemos equivocarnos al elegir, y no sólo a veces sino con bastante frecuencia. Siempre que se nos presenta una situación elegimos el camino difícil para luego quejarnos de lo complicada que es la vida, de los obstáculos que pone, cuando somos nosotros mismos quien nos ponemos las piedras en el camino. Que sí, que las piedras en el camino existen pero las vamos viendo a medida que nos acercamos, y somos nosotros los que elegimos no saltarla y tropezárnosla para caernos y poder llorar. Porque llorar no arregla las cosas pero cómo nos limpia por dentro... En esos días tristes en los que no sabes ni qué te pasa no hay nada más calmante que un helado, una buena peli y unas lagrimillas de más. 

Lo único bueno que tienen las caídas es que siempre habrá alguien a tu lado dispuesto a levantarte, a curarte las heridas, a llorar contigo viendo una estúpida película triste, porque sí porque si estamos triste nos ponemos una peli que nos haga llorar, porque a masocas no nos gana nadie. Pero tendrás a ese alguien en quien apoyarte, con quien compartir el helado, a quien quejarte de lo dura que es la vida y de lo difícil que te lo pone. Ese alguien puede ser tu amig@, tu herman@, tu novi@ o tu madre, pero lo importante es que sabes que por muy difícil o dura que la cosa se ponga, ese alguien estará ahí, para ti, para cuidarte, para secarte las lagrimas y para recordarte que lo importante no es caerse, sino aprender a levantarse. 

31.12.2013 15:41

Todo lo que empieza algún día tiene que acabar, o ¿qué es permanente? ¿los sentimientos? ¿la vida? ¿la esperanza? No, llega un momento en el que todo se termina. Porque dejamos de querer fuerte, para querer un poco menos cada día, porque a cada segundo que pasa estamos un segundo más cerca del final, porque cuando todo son derrotas ni siquiera la esperanza sobrevive. 

Hoy se acaba este año 2013 y qué podemos pensar, pues otro año más. Pero es más que eso, son momentos, recuerdos, personas... habrá tenido sus cosas buenas y malas, pues como todo. Pero lo que sea, pasado está, así que más vale quedarse sólo con las cosas buenas, con las personas que entraron a formar parte de tu vida en este año y vinieron a quedarse, con las que han estado este año y todos los anteriores, con los momentos que te hicieron reír y bueno, por un momento, nos podemos acordar de los que nos hicieron llorar. Aún así espero que este sea un año cargado de buenos y malos momentos, porque sin los malos tampoco apreciaríamos tanto los buenos. 

¿Qué se celebra? Que estamos aquí, qué más quieres. Y es que siempre la entrada a un nuevo año es un conflicto de emociones, un quiero que acabe este año y un no quiero que acabe nunca. Porque es una reflexión de lo que hemos hecho y de lo que nos propusimos hacer. Hoy, antes de las 12 campanadas, volveremos a proponernos mil retos para el 2014: hacer ejercicio, hacer dieta, dejar de fumar, dejar el alcohol... solemos centrarnos en cosas tan superficiales que no nos proponemos cosas como pasar más tiempo con la familia, dedicar un poco menos al trabajo, pasear más y coger el coche menos, fijarnos en las pequeñas cosas... 

Así que esta noche cuando den las 00:00 piensa qué te gustaría cambiar del año pasado y más aún, con quién te gustaría pasarlo. 

26.12.2013 10:48

Cuando alguien se va deja ese típico sabor amargo de despedida. El caso es que hay muchos tipos de idas, quien se va para volver el fin de semana, quien se va para volver el mes siguiente, quien se va para volver el año que viene y quien se va para no volver... 

Parece que cada uno deja un vacío a su manera, pero desde luego no hay peor despedida que el hasta siempre. Te paras a pensar y desde que naciste mucha gente ha entrado y salido de tu vida, a veces incluso sin darte cuenta. Amigos que dejaron de serlo, compañeros de otras ciudades... Todos dejan un pequeño vacío, a veces casi imperceptible. El problema es en esos días en los que te das cuenta de a cuánta gente echas de menos y no tienes más remedio que sentirte solo, aunque no lo estás, porque algo que siempre queda es casa. Sí, casa. Porque desde pequeños le damos el valor que tiene. Jugábamos al pilla pilla y siempre estaba casa, el lugar ese extremadamente seguro donde ya no valía que te cogieran. 

Cuando creces y te vas a estudiar lejos no importa las fiestas que te montes, las borracheras que pilles sin consecuencias, no importa lo bien que te lo estés pasando disfrutando tu gran vida universitaria, siempre echarás de menos casa. 

Pero, ¿qué es casa? Casa no es cuatro paredes y un suelo lleno de muebles. Por supuesto, casa es mucho más. Casa es donde refugiarse cuando todo va mal, donde esconderte de los problemas, donde sentarte una tarde de domingo en el sofá a ver una película (o dos, o tres, o cinco) es de todo menos tiempo perdido. Casa es un lugar al que siempre se puede volver, no importan los éxitos o los fracasos que hayas tenido, es un lugar donde todo sigue igual en tu ausencia, porque pase lo que pase, vuelvas cuando vuelvas, tu casa siempre estará esperándote a ti. Porque casa es eso y mucho más, es tu madre preparándote un buen plato de cocido en pleno agosto, tu padre diciéndote que esa falda es demasiado corta y tu hermano tirándote del pelo aunque tenga 30 años ya. Casa son todos los que están cuando vuelves al sitio de donde viniste, por eso es volver después de mucho tiempo, salir de fiesta con tus amigos a los que llevas meses/años sin ver y acostarte a las tantas de la mañana sabiendo que cuando te levantes tendrás tu plato en la mesa, de guisado, eso está claro, pero qué más se puede pedir. 

Y es que bueno, casa será siempre un buen sitio para esconderse. 

22.12.2013 11:44

Nos gusta quejarnos. Sí, quejarnos de todo, porque para nosotros nunca nada es suficiente. Que si tienes un buen trabajo, siempre será el mejor el del vecino, o al menos, seguro que gana más. El dinero, eso que mueve a tanta gente. Parémonos a pensar, la vida tiene duración finita, cuando se acabe para qué lo vas a querer.

Que lo que importa es saber gastarlo, y no me refiero a saber invertir en bolsa o en saber qué casa te conviene más comprar. Me refiero a saber cuándo hay que tomarse una cerveza o cuándo hay que beberse el bar entero. Que no hay dinero mejor gastado que ese que te hace almacenar momentos. El coche que más vale no es ese que tiene mayor precio, es ese que guarda los mejores momentos: la primera vez que te sacas el carnet, aquella vez que hiciste una ruta por todos los pueblos de la provincia, ese helado bajo la fría lluvia de enero, la primera vez que llevaste a esa chica especial, aquella vez que te escapaste al fin del mundo porque no te apetecía pensar… Y es que, solemos confundir valor con coste, y ni de lejos se parecen. La cena en la que te reencuentras con todos tus amigos después de tanto tiempo sin verlos puede costar 20 euros (50 si no estás en crisis y tienes pasta), pero, ¿cuánto valor puede tener eso? Incalculable.

Que solemos ir con prisa, pero las mejores cosas pasan a cámara lenta. El único problema es que cuando miras atrás esa cámara lenta se ha puesto en velocidad 10 y ahora todo es un recuerdo lejano. Que oye, por echar de menos no pasa nada. Nunca está de más acordarte de cada persona que te importó o que te importa; en los que se quedaron por el camino o en los que acaban de llegar.

Con los años te das cuenta que los kilómetros separan, pero que es la distancia la que hace el olvido. Que las cosas que no se dicen es como si nunca se sintieran. Así que si echas a alguien de menos, ve y díselo, porque nadie lo hará por ti.

Y ahora te animo a que cojas algo de valor, llames a esa persona de quien la distancia te ha separado y la invites a tomar una caña. Quizás sea el dinero mejor invertido de tu vida. 

22.12.2013 09:48

Crecemos sin darnos cuenta, es más, deseando hacerlo. Pasan los días y nos morimos de ganas porque lleguen los 15, los 16... pero, sobre todo los 18. Parece que cuando llegemos a esa edad el mundo será maravilloso, podremos hacer lo que queramos y todo será perfecto. Se nos pasa darnos cuenta que los 18 no son el mejor año de tu vida, si no que la etapa hasta los 18 lo es. Y es en ese camino donde suele aparecer, algo que siempre se busca pero que no siempre se encuentra. El primer amor. Sí, todos sabemos a quién me refiero porque al leerlo has pensado en él/ella. Es ese/a niñ@ que te gusta desde que tienes 10 años, o desde que tienes 16, que más da. El primer amor es ese por el que diste todo, porque pensaste que sería el primero y también el último. Así lo dice Benjamin Disraeli "Lo verdaderamente mágico de nuestro primer amor es la absoluta ignorancia de que alguna vez ha de terminar". 

El problema de darlo todo en un amor como este es que cuando acaba ya no vuelves a ser el mismo. Ya no estás entero, sólo hay pedazos a falta de reconstruir. Siempre estará esa parte de ti que sigue pensando en él/ella. Porque donde hubo fuego quedan cenizas, o eso dicen. 

Y, aunque yo no creía en estas cosas fue así. De pronto lo conoces y piensas que los príncipes azules sí que existen y tienen nombres y apellidos. Que nunca habrá nadie a quien quieras como a él, y no te equivocas. Pasan los años y da igual los novi@s que tengas, cada vez que lo veas irremediablemente te seguirás sintiendo atraíd@ por él/ella. Sentirás esas mariposas en el estómago y pensarás: que guap@ está. Te replantearás muchas cosas en ese momento, ¿aún lo quiero? ¿le pasará lo mismo? ¿por qué no siento esto por otras personas? 

Pero, como tantas preguntas en esta vida, eso es algo que no tiene respuesta, o al menos, yo aún no se la he encontrado. Lo que sí sé es que, por lo que dicen, el primer amor nunca se olvida. 

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