Aguante

24.05.2018 23:38

En la vida de toda persona llegan puntos de inflexión, hitos que marcan un antes y un después. Es difícil definir esos acontecimientos, incluso a veces es complicado distinguirlos cuando estás en ellos, sobre todo porque suelen ser momentos grises. Sea lo que sea por lo que estés pasando siempre hay una salida, aunque entiendo que muchas veces no lo parece. Muchas veces nosotros somos nuestro peor enemigo, somos quienes más nos atacamos, quienes más nos exigimos y quienes más nos herimos. Otras tantas veces nuestro enemigo es otro, ya sea una persona o una situación.

A veces tenemos que tragar, tenemos que hacer cosas que no nos gustan, tenemos que callarnos palabras que queremos decir, y ¿dónde está el límite? ¿Cuánto es capaz de soportar una persona? Nunca se sabe, el límite te lo pones tú. Una amiga me decía hace unos días que la única manera de no volver a caer en un pozo del que estás saliendo es sabiendo afrontar la situación, identificando el momento en el que un patrón vuelve a repetirse, sabiendo parar tus propios pensamientos, esos que normalmente van delante de ti, esos que intentan predecir cosas que realmente nunca han pasado y que puede que nunca sucedan. Llevaba razón, la mejor manera de evitar el pozo es reconociendo el camino que te lleva hasta él.

Y eso es lo que hay que hacer. Aguanta, pero no hasta que no haya vuelta atrás, solo hasta el justo momento en el que debes entender que ya no puedes dar más sin perderte a ti misma, hasta ese momento en el que sientas que vas a caerte con todo el equipaje y sin frenos, hasta ese momento en el que sabes que solo hace falta una cosa más para explotar. Evítalo, intenta no llegar hasta ese punto, y si llegas… pues tranquil@, saldrás, resurgirás. No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante (Dios, me encantan los refranes).

Por mucho que en algún momento estemos en ruinas, siempre habrá una salida, siempre habrá un camino. Tiene gracia que esto lo diga yo, que nunca encuentro solución, pero ahí es donde está el punto de inflexión. Ese momento en el que te das cuenta de que todo depende de ti, de tus ganas, de tu fuerza, de tu perseverancia.

No hay ruinas más bonitas que aquellas que están en proceso de construcción, porque por mucho que cueste arreglarlas, el final será una obra de arte.